Amor y estilos de apego

Durante la infancia se desarrolla un estilo de apego que determina la forma que tenemos de relacionarnos y experimentar el amor romántico cuando somos adultos. Este estilo de apego conforma un patrón estable que influye en la forma que tenemos de pensar, sentir y actuar en las relaciones íntimas. Partiendo de estas premisas, podemos deducir que si hemos desarrollado unos patrones de comportamiento estables que afectan a nuestra forma de relacionarnos íntimamente, éstos patrones se repetirán a lo largo de nuestra vida en todas las relaciones que tengamos. Por lo tanto, tendemos a cometer los mismos errores en todas las relaciones de pareja que tengamos.

Puede que esa afirmación suene muy absolutista y catastrófica, pero es cierta, y eso no niega nuestra capacidad de aprendizaje, de resiliencia y de adaptación. La realidad es que hasta que no se sane nuestra forma de vincularnos con los demás, hasta que no se desarrolle un estilo de apego seguro, nuestra forma de relacionarnos estará influída por los miedos, la carencia y la necesidad, en vez de por el amor puramente dicho.

Este artículo no tiene el fin de dar unos consejos banales para sanar ese vínculo, para ello es necesario realizar terapia y mucho trabajo personal. El fin de este artículo es exponer la teoría del apego y cómo esta se relaciona con nuestra forma de estar en pareja.

¿Qué es el apego?

El apego es un vínculo emocional que mostramos hacia las personas que nos ofrecen seguridad y apoyo. Todos nacemos indefensos y necesitamos de alguien que nos ayude y nos enseñe a enfrentarnos al mundo que nos rodea. Por ello, la principal figura de apoyo con la que desarrollamos ese vínculo de apego son nuestros padres. Así pues, el tipo de relación que tengamos con ellos va a determinar nuestro estilo de apego. A su vez, los progenitores son el modelo de hombre y de mujer, de pareja, de estilo de vida y de relación interpersonal para los hijos.

El apego se manifiesta mediante un triple sistema de respuesta: emocional, cognitivo y conductual.

  • Emocional: El vínculo de apego va acompañado de sentimientos de pertenencia y dependencia, a la vez que se disfruta de la intimidad (entendida como la comunicación y apoyo emocional). La presencia y seguridad en la figura de apego genera estabilidad y bienestar emocional; la ausencia o inseguridad provoca ansiedad, miedo, etc. El apego es la adquisición de una confianza/desconfianza básica, que mediatiza todas las relaciones personales posteriores, especialmente las que requieren intimidad.
  • Cognitivo: Es la idea o conocimiento de que la figura de apego nos quiere, nos protege, nos ayuda y, en el mejor de los casos, nos es y nos va a ser incondicional. Los pensamientos que puede tener un niño con apego seguro son: “mis padres me aceptan, protegen, cuidan y me ofrecen amor incondicional; y así, me siento valioso y digno de ser amado: luego estoy seguro y siento que valgo la pena”. Por el contrario, un niño inseguro pensará “mis padres me rechazan, desprotegen, no me cuidan con eficacia o me ponen condiciones; y así, me siento poco valioso y no digno de ser amado: luego me siento inseguro y con baja autoestima”.
  • Conductual: El apego se expresa en esfuerzos por mantener la proximidad, en interacciones íntimas de diverso tipo, peticiones de consuelo y ayuda. Es la base desde la que se organiza la exploración y las relaciones con el mundo físico y social. Actúa como base de seguridad cuando explora, y de refugio cuando aparecen problemas.

La conciencia del apego, los sentimientos de apego y las conductas de apego se acentúan cuando la persona necesita protección, se siente vulnerable y también cuando se vive una exaltación del encuentro emocional o amoroso. Por ello, cuando no establecemos un estilo de apego seguro, nos enfrentamos al mundo de forma temerosa porque no nos han enseñado los recursos para enfrentarnos satisfactoriamente a este. Entonces establecemos unas relaciones interpersonales basadas en la necesidad de protección en vez de afiliación.

Estilos de apego

Desde la teoría del apego se considera que las personas tienen un patrón bastante estable de pensar, sentir y actuar en las relaciones íntimas, llamada estilo de apego, que se desarrolla en la infancia permaneciendo relativamente estable el resto de la vida.

El psicólogo británico Jonh Bowlby introdujo tres tipos de apego: seguro, evitativo y ansioso-ambivalente. El tipo de apego que se tengamos depende de cómo han sabido responder nuestros padres ante nuestras necesidades en las primeras etapas de la infancia. Si nuestros padres han sido más críticos y autoritarios, o más cariñosos y sobreprotectores, va a influir en qué estilo de apego desarrollemos (uno más seguro o inseguro) y cómo nos relacionemos con las demás personas con las que interaccionamos.

Estos estilos de apego permanecen bastante estables a lo largo de la vida y regulan, especialmente, las relaciones interpersonales que requieren intimidad, entre ellas, muy especialmente, las de pareja. Teniendo esto en cuenta, puede deducirse que también se establecen unos tipos de cuidado en las relaciones de pareja en función del estilo de apego que se tenga.

Tipos de cuidado en la pareja, estilos de apego y experiencia sexual

El amor puede ser considerado como la expresión del vínculo de apego en las relaciones afectivas entre adultos. Por ello, las experiencias emocionales relacionadas con el enamoramiento y el mantenimiento del vínculo, y las reacciones ante la pérdida o amenaza de pérdida de la pareja, coinciden con los principios básicos de la teoría del apego. A su vez, el aprendizaje de los cuidados durante las relaciones de apego en la infancia ejercerá una influencia en las relaciones de pareja en la vida adulta.

Desde este enfoque se asume que los vínculos de pareja implican una interacción entre tres sistemas que están relacionados: el sistema de apego, el sistema sexual y el sistema de cuidados.

  • El sistema de apego está al servicio de la satisfacción de las necesidades afectivas a lo largo del ciclo vital, siendo su objetivo el logro de una suficiente sensación de protección y seguridad emocional.
  • En cuanto al sistema sexual, éste converge con el sistema de apego en la medida en que requiere de intimidad y proximidad emocional. La motivación en una relación sexual de una persona con apego inseguro no sería la satisfacción sexual en sí misma, sino la consecución de seguridad por distintas vías (necesidad de afirmación por parte de personas evitativas y necesidad de afecto por personas ansioso-ambivalentes).
  • Por otro lado, el sistema de cuidados es un conjunto de comportamientos y actitudes cuyo objetivo es reducir el sufrimiento o la necesidad de los otros y favorecer su seguridad y bienestar. El adecuado funcionamiento del sistema de cuidados en una relación de pareja promueve la sensación de seguridad emocional y de gratitud, mientras que el fracaso a la hora de empatizar y aliviar la necesidad del otro miembro de la relación es una de las mayores fuentes de tensión y conflicto en la pareja, bien porque aumenta la inseguridad sobre la capacidad o el amor del otro, o bien, porque promueve un mayor distanciamiento respecto del compañero que expresa necesidad o estrés.

El buen funcionamiento de cada uno de los tres sistemas favorece el mantenimiento de vínculos afectivos satisfactorios, mientras que las dificultades en su activación, o las posibles interferencias entre ellos, se asocian con conflicto, insatisfacción e inestabilidad de la relación.

Apego seguro

Las personas seguras se muestran confiadas y receptivas, disfrutan de la intimidad, aceptan la dependencia propia y la de su pareja y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias que las personas inseguras.

A su vez, las personas con apego seguro interpretan mejor las necesidades del otro, son más empáticas, y eso hace que estén más dispuestas a brindar apoyo emocional y ayuda al otro, porque cuando uno se siente emocionalmente seguro está menos centrado en sus propias necesidades y más orientado a sensibilizarse y a ayudar a otros. Además, la seguridad emocional favorece su propia regulación emocional y son más eficaces en situaciones de amenaza y estrés.

“Me es relativamente fácil estar unido a algunas personas; me encuentro bien dependiendo de ellas y aceptando que ellas dependan de mí. No suelo estar preocupado por el miedo a que los demás me abandonen, ni preocupado porque alguien esté demasiado unido a mí.”

– Apego seguro

Las personas con apego seguro tienen más capacidad de autonomía, de vivir sin pareja estable. Seducen mejor y seleccionan mejor con quién se comprometen; tienen mayor capacidad de intimidad y compromiso y, por tanto, mayor satisfacción en las relaciones de pareja. Si tuvieran que separase, tiene más capacidad de tomar de forma adecuada y firma esta decisión.

En cuanto al sistema sexual, las personas seguras manifiestan una menor propensión a mantener relaciones sexuales al margen de la relación principal, y a implicarse en relaciones iniciadas mutuamente, disfrutando de las caricias y del contacto corporal independientemente del comportamiento estrictamente sexual. Las personas con apego seguro tienden a experimentar más amor hacia sus parejas y más pasión y emociones positivas en sus relaciones sexuales.

Apego ansioso-ambivalente

En las personas ansioso-ambivalentes, se produce una sobreactivación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad. Este estilo de apego en las relaciones de pareja se asocia con un nivel inferior de cuidado sensible y con un tipo de cuidado más compulsivo.

Estas personas tienen más dificultades para construir su autonomía (son medias naranjas, necesitadas de seguridad y apoyo); seleccionan peor a sus parejas y tienen más dudas y preocupaciones sobre el compromiso de los otros. Tienen una intimidad rica, pero menos segura y con más interacciones ambivalentes. Rompen con dificultad y elaboran peor las pérdidas.

“Encuentro que los demás son reacios a unirse a mí tanto como yo quisiera. Frecuentemente estoy preocupado porque temo que mi pareja no me ame totalmente o no desee estar conmigo. Deseo unirme completamente a otra persona y este deseo parece ahuyentar a la gente lejos de mí”.

– Apego ansioso-ambivalente

En el plano de lo sexual, su satisfacción está más asociada a las caricias que a las conductas más claramente sexuales, y además tienden a considerar la relación sexual como un medio de lograr intimidad emocional, de elicitar conductas de cuidado y evitar el rechazo y el conflicto de sus parejas. Además, una de las principales motivaciones para mantener relaciones sexuales es evitar el abandono por parte de su pareja. Por ello, la motivación sexual en una persona ansioso-ambivalente no es obtener satisfacción sexual sino satisfacer sus necesidades de apego, logrando a través de ella intimidad, proximidad y contacto físico.

En este estilo de apego hay diferencias de género en cuanto a los tipos de cuidado en la pareja y el sistema sexual. Por un lado, los hombres son menos proclives a la experiencia sexual, mientras que las mujeres tienden a establecer relaciones de dominación-sumisión.

Apego evitativo

En las personas evitativas se ha hallado una menor activación del sistema de cuidados, algo predecible teniendo en cuenta que su mayor dificultad para empatizar con las señales de necesidad de los otros coincide con la tendencia a aumentar la distancia emocional. Esto implica una desactivación del triple sistema de respuesta (conductual, emocional y cognitiva), que conlleva una autosuficencia compulsiva, una evitación de la intimidad y falta de confianza. En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego.

Pueden mostrar una «pseudoseguridad» defensiva para legitimar su soledad y autonomía, pero no la construyen realmente bien. Tienen dificultades para la seducción, el compromiso y la intimidad, llevando a cabo pocas interacciones íntimas. Pueden romper aparentemente con facilidad, pero no reconstruyen bien las pérdidas. Se trata de un estilo también inseguro; pero encastillado, amurallado, lleno de defensas para controlar sus emociones.

En cuanto a la motivación relacionada con la sexualidad, las personas evitativas están más motivadas para ejercer el control del compañero/a, reducir el estrés o reafirmarse personalmente, que para promover la unión y el placer en sus parejas. Experimentan menos deseo sexual, y menor disposición a entablar y disfrutar de las relaciones sexuales. También tienden a tener relaciones sexuales casuales, menos comprometidas y más promiscuas, con menores niveles de intimidad erótica y satisfacción sexual.

Las diferencias de género que se han encontrado en este estilo de apego es que el estilo «evitativo-ausente» es más frecuente en hombres que en mujeres, las cuales se sitúan más frecuentemente en el prototipo «evitativo-miedoso». También los hombres tienden a considerar las relaciones afectivas como algo secundario, a la vez que revelan más incomodidad con la intimidad (o incluso rechazo), mientras que las mujeres muestran más ansiedad por el abandono. Estos factores son los mayores predictores de la valoración negativa de la relación de pareja.

“Estoy algo incómodo en las relaciones íntimas con los demás. Me es difícil confiar en ellos plenamente y permitirme a mí mismo depender de ellos. Estoy nervioso cuando alguien intima demasiado conmigo. Con frecuencia mis parejas desean que yo intime más con ellos, pero no me resulta cómodo a mí ese grado de intimidad”.

– Apego evitativo

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Además de las teorías del apego hay otra teoría de estilos amorosos: la Teoría del triángulo de Sternberg. Esta teoría describe una concepción del amor con tres componentes que, según cómo se combinen, dan lugar a varios tipos de amor.

Bibliografía

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