Autoestima. Qué es y cómo mejorarla.

Autoestima y teoría del Yo

Salud mental

El concepto de autoestima surge de la teoría del Yo de William James, en la que distingue el Yo empírico y el Yo puro. Estas dos dimensiones de la personalidad constituyen todos los aspectos que conocemos de nosotros mismos, lo que vendría a llamarse autoconcepto (Yo empírico) y un aspecto más íntimo y transcendente, algo así como la conciencia de uno mismo (Yo puro).

Entonces, la autoestima se encuentra dentro del Yo empírico, que es el más consciente y cambiante. James afirmaba que para calcular el nivel de autoestima había que hallar la diferencia entre los éxitos y los anhelos. Así pues, si nuestros deseos son mayores que los resultados (si esperamos más de lo que conseguimos), tendremos una autoestima más baja. Y por el contrario, si nuestros triunfos equivalen o superan a nuestras aspiraciones, tendremos una autoestima más positiva. En este caso, las altas expectativas influyen mucho en nuestra autoestima, pues cuanto más difíciles de complacer seamos, tenderemos a tener una autoestima más baja.

En este caso, las altas expectativas influyen mucho en nuestra autoestima, pues cuanto más difíciles de complacer seamos, tenderemos a tener una autoestima más baja.

Si quieres conocer cuál es tu nivel de autoestima puedes consultar la Escala de Autoestima de Rosenberg. Es un cuestionario para explorar la autoestima, entendida como los sentimientos de valía personal y respeto a uno mismo.

Definición de la autoestima

La autoestima surge del autoconcepto, es decir, es la valoración que la persona hace de todo aquello que conoce de sí misma. La autoestima es una actitud, un sentimiento, constituye la propia imagen y está representada o expresada por las conductas y la comunicación. También puede considerarse como el “amor propio” que se tiene a uno mismo.

Según la psicóloga Virginia Satir, tanto el valor que se asignan las personas a sí mismas como el desarrollo y mantenimiento de este sentimiento, dependen en gran medida del valor que les han asignado las personas cercanas (los miembros de la familia), lo que después se transfiere a otros terrenos relacionales.

Es en la infancia, alrededor de los 4 años, cuando los niños adquieren la capacidad para juzgarse a sí mismos y toman conciencia del afecto que reciben de sus padres. Esto ocurre cuando comparan sus habilidades con las expectativas de sus padres e identifican si sus comportamientos corresponden o no con lo que los demás esperan de ellos. Si sus habilidades coinciden con dichas exigencias se sentirán queridos, o por el contrario, se culparán a sí mismos y se sentirán unos fracasados.

La autoestima es relevante en el desarrollo individual y en el ámbito relacional, ya que es el marco de referencia desde el cual cada persona se proyecta en sus acciones, relaciones, conducta y comunicación.

Por lo tanto, la autoestima proviene de dos fuentes principales:

  • Factor intrapersonal. La comprobación de las propias capacidades, éxito en el trabajo.
  • Factor interpersonal. El aprecio de recibe de otras personas y la aceptación social.

El optimismo y el pensamiento positivo también influyen en la autoestima y conducen a una mejor adaptación al medio. Además, el sentimiento de autovaloración o autoestima es un aspecto relevante para la estabilidad emocional.

Características de las personas con baja autoestima

“La peor desgracia que puede sucederle a un ser humano es pensar mal de sí mismo”.

Goethe

La baja autoestima se relaciona con dificultades de relación y de comunicación debido especialmente a que la persona no percibe ni interpreta en forma correcta ni a sí mismo ni a su entorno.

En las relaciones

Baja autoestima

Las personas con baja autoestima enfrentan la vida y las relaciones humanas con desconfianza, se acercan a los demás temiendo no ser de su agrado. Sienten que su valor está amenazado y tienden a actuar más a la defensiva, lo que da lugar a interpretaciones erróneas que pueden llegar a ser conflictivas. No entran en la relación de igual a igual, sino de superior a inferior. Son poco libres y bastante solitarias. Suelen usar un tono desvalido y les cuesta mirar de frente al comunicarse (déficit en habilidades sociales).

Cuando las personas sienten que valen poco, entran a las relaciones con desconfianza, esperando de los demás el engaño, la agresión, e incluso el desprecio. Se relacionan así como inferiores, lo que les da la posibilidad de convertirse en víctimas, complicando la relación y el concepto de sí mismos.

Muchos estilos defensivos propiciadores de conflictos provienen del temor a ser juzgado más que de una intención deliberada de agredir al otro. Las personas con baja autoestima, al relacionarse, cargan sus relaciones de interpretaciones negativas para sí mismos, con lo cual entran en conflicto a partir de su propia autoimagen más que de la realidad de la relación.

La búsqueda de aprobación y reconocimiento hace que basen su propio valor en factores externos. No tienen clara su identidad, tienen poco contacto con los propios sentimientos al tener que adaptarse a los demás para sentirse queridos y apreciados. Eso les provoca ansiedad y desconfianza al relacionarse. Esperan mucho de lo que los demás puedan darle, pero a la vez desconfían y temen la opinión ajena. Esa sensibilidad a las críticas y necesidad de aprobación hace que vivan sin poder despegarse de los demás, y al darse cuenta de su dependencia, lesionan su autoestima e individualidad creyéndose menos capaces.

Esperan mucho de lo que los demás puedan darle, pero a la vez desconfían y temen la opinión ajena. Esa sensibilidad a las críticas y necesidad de aprobación hace que vivan sin poder despegarse de los demás, y al darse cuenta de su dependencia, lesionan su autoestima e individualidad creyéndose menos capaces.

En la comunicación

Su consideración de la realidad no es objetiva del todo. Tiende a verse interferida por la necesidad de sentirse continuamente validado por los demás, de cuya opinión depende para sentirse bien. Su comunicación será poco clara, defensiva o encubierta. A veces tratan de disfrazar la baja autoestima intentando impresionar a los demás, dando así un cuadro narcisista.

La persona con baja autoestima, al comunicarse, tiene miedo de mostrarse tal como es porque siente que vale poco y los demás pueden desilusionarse de ella si se la conoce. Siente que no aporta nada. Entra en la relación no de igual a igual, sino de inferior a superior. Teme perder las relaciones, lo que le impide expresar discrepancias y mostrarse tal y como es. Con esto, va guardando resentimiento y reforzando su desvalorización, lo que agudiza la posibilidad de conflicto. Es poco libre en la relación. Sus actitudes, de alguna manera, se convierten en profecía autocumplida, e inducen ambos comportamientos; el temido y el esperado.

Al actuar basado en la suposición de que siempre se tiene que dar gusto a los demás, no se puede comunicar que hay actitudes de los demás que desagradan, ni reconocer directamente el desacuerdo o la crítica, ni tampoco se es capaz de pedir a otros apoyo ni ayuda.

Necesidad de una buena autoestima

Aunque sea normal que la autoestima pueda sufrir altibajos a lo largo de la vida, tener un buen concepto de sí mismo es un elemento primordial, ya que cada persona buscará que en las relaciones su autoestima no resulte lesionada.

La mayoría de las conductas y las estrategias relacionales de las personas se llegan a comprender en el contexto de la búsqueda de autoestima o la preservación de ella. Como resultado de esto, la autoestima determina la calidad de la comunicación, la relación y las conductas.

Para favorecer la autoestima hay que resaltar los puntos fuertes y logros personales para impulsar aquellas áreas personales que consideran menos sólidas.

Un aspecto importantísimo a tener en cuenta al trabajar con las personas en favor de su autoestima es el enseñar la capacidad de objetivarse a sí mismo, y tan bien a sí mismo en relación con el fin de aprender a restar las interpretaciones sobredimensionadas negativamente sobre el propio rol y valor.

Características de las personas con alta autoestima

La persona que se valora positivamente también se percibe bien valorado por los demás, por lo que se acerca a sus relaciones con una actitud más abierta que ayudan a que las relaciones sean más armónicas.

Cualquier persona que reciba afecto y reconocimiento de su validez, estará mucho más dispuesta a la posibilidad de abrirse a los cambios personales.

La disposición hacia la integridad, la sinceridad, la responsabilidad, la solidaridad, el amor y la eficiencia, surgen con facilidad en aquellos que tienen en alto su autoestima y piensan bien de sí mismos.

Existe una relación clara entre autoestima positiva y capacidad de comunicación asertiva, ya que ésta implica la capacidad de expresar claramente lo que se siente y poder defender los propios derechos sin pasar a llevar los de otros. La persona asertiva se presenta a los demás de forma verídica, tal y como es, libre de confusiones, respetuosa de los demás, sin necesidad de recibir aprobación de los demás.

Bibliografía

  • Bustamante, S., & Pereira, M. (2004). Autoestima y asertividad. Gobierno de Chile, Servicio Nacional del Adulto Mayor.
  • James, W., & Bárcena, A. (1989). Principios de psicología.
  • Bonet, J. V. (1997). Sé amigo de ti mismo: manual de autoestima (Vol. 36). Editorial Sal Terrae.
  • Gonzalez Martinez, M.T. (1999). Algo sobre la autoestima. Qué es y cómo se expresa. Aula, 11. P. 217-232

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